A donde sea

Todo lo que me pasa por un pan con pollo (y por todo lo demás).

Ayer no tenía ganas de salir, así que al terminar mi práctica decidí ir a casa temprano y pasarmela durmiendo o viendo algo en la TV, digamos que andaba algo distraído pensando en que tenía hambre y que el tío de los sanguches ya se había largado a tomar la siesta (en eso y en cosas un poco más importantes), cuando me vi embestido por un carro azul, que por suerte no iba para nada rápido (en verdad eso de embestido es exagerado, a las justas si me empujó un poco) que luego de granputearme por no mirar a los costados antes de cruzar, siguió de largo.

Como no iba a hacer nada, y se suponía que nadie estaría en la casa, decidí comprar algunas cosas en el metro. Di vueltas por el supermercado como media hora, si hasta vi el show infantil de al lado (o mejor dicho las bonitas piernas de la animadora), y me di cuenta que los sábados por tarde es un buen momento para ir a hacer compras ya que casi no hay gente (eso comparado a la ola de gente que va los domingos).

Salí con mi bolsita y tomé mi micro. La comida instantánea ha hecho tanto por mi, entre muchas cosas, me ha hecho sentirme un poco menos inútil y alguito más independendiente.